Venezuela celebra el único tanto del partido/ Foto EFE
Manuel Vargas/@MA_Vargas7
El estreno venezolano comenzó bien (0-1), con el pie
derecho, pero dando algunos traspiés. La victoria vuelve a la vida a un equipo
que verdaderamente lo necesitaba, eso es lo más importante, pero en el
transcurso del partido se pueden sacar varias conclusiones, algunas muy buenas
y otras que dejan dudas.
Josef Martínez se encargó de finalizar una estupenda jugada
que puso arriba a la Vinotinto, sin embargo cuando las cosas estaban más
favorables no se pudo seguir estableciendo diferencia en el marcador para el
equipo de Rafael Dudamel.
El gol de la tranquilidad con un juego de toque
De entrada, Dudamel sorprendió un poco con la alineación que
salió al campo, pero en eso hay que darle todo el mérito al yaracuyano porque
acertó completamente con lo planteado sobre el terreno de juego.
Con respecto del once que se venía utilizando dejó fuera a
Añor, a Otero, a Villanueva y Velázquez
dando entrada a Seijas, Guerra, Feltscher y Ángel; la jugada le salió de
maravilla porque casi todos destacaron, de hecho en la jugada del gol
intervinieron tres de los ingresos. Fletscher recuperó pasando el balón a
Seijas, que tocó a Rondón y el delantero con el “Lobo” Guerra y este mandó un
gran pase a Josef que anotó. Jugando a un toque y con velocidad se logró un
bonito e importante gol.
Más allá del tanto, el juego favoreció a la selección
criolla por su simplicidad y por su efectividad. Los jugadores se apegaron a
que jugar sencillo hace las cosas más fáciles, y este caso mejor, porque casi
todos los balones se jugaron a un toque, con pocos traslados y abriendo bien la
cancha. Allí ayudaron los laterales, que se aplicaron en defensa, pero también
llegaron a la banda para colaborar.
En ese sentido, Guerra destacó mucho porque de sus pies
nació el fútbol que movió al equipo; además los constantes movimientos de
Martínez (el mejor) y de Rondón, que aportó su fuerza y ayudó a desmarcar a sus
compañeros, hicieron que el juego de “un toque” fuera más efectivo. La mano de
Duamel empieza a notarse y eso es una buena noticia.
Defensa dubitativa
Como se dijo la alineación fue un total acierto, porque esta
respondió bien ante el partido que se le presentó. Aunque en defensa se
vivieron momentos de angustia ciertamente innecesarios.
El buen hacer de la presión arriba, además de las
limitaciones de los jamaicanos, hacía que estos intentarán jugar con balones
largos, lo malo es que estos le crearon muchos problemas a la Vinotinto.
Los centrales, y en algunas ocasiones los laterales, vieron
como con balones peinados o que iban al hueco los Barnes, Donaldson y McCleary
se escapaban de las marcas, creando oportunidades para los “reggae boyz”. El
balón parado también creó incertidumbre, de ellas salieron los puntos más altos
de Jamaica que tuvo chances de gol muy claras que Venezuela pudo lamentar: el
cabezazo al travesaño de Watson, disparo con rosca de Hector tras un mal
rechace después de un córner, otro disparo en el borde del área de Watson que
se fue por arriba (también tras un mal rechace de balón parado), y un remate
final de cabeza de Marappa que atajó de gran forma Dani Hernández.
Muchas ocasiones para un equipo que en el minuto 23 se quedó
en inferioridad numérica luego de la expulsión de Austin.
Imponerse ante un rival con 10
Este fue uno de los pecados de la selección nacional.
Habiendo anotado el gol, cuando estaban en igualdad numérica e imponiendo su
juego, se esperaba que tras la expulsión de Austin esto aumentara pero más bien
disminuyó y el juego pasó a un estado de letargo; bien controlado por Venezuela
que tuvo el balón (61% de posesión), pero sin terminar de definir el choque y
pasando sustos innecesarios. Jamaica tuvo el empate a tiro muchas veces, algo
excesivo en un partido que debió manejarse mejor.
Los cambios se echaron en falta, para mejor movilidad. Otero
y Añor podían dar eso entrando por un Seijas, que si bien estuvo correcto, no
terminó haciendo un gran partido como por ejemplo Guerra si lo hizo. Sin
embargo se entiende, el triunfo era lo primordial y si el equipo estaba bien es
mejor seguir el dicho “lo que está bien no se toca”.
El poder físico de los jamaiquinos pudo darles ese extra que
al final hizo que pareciera que no tuvieran un hombre menos, pero eso es algo
que la Vinotinto debe mejorar: imponerse mejor cuando se juegue contra 10.
Buen manejo del balón parado (a la ofensiva)
Jugar contra 10 no se terminó notando en el marcador, pero
el combinado venezolano pudo aumentar el marcador gracias al balón parado. Los
saques de esquina en contra fueron algo peligroso para Venezuela, pero a favor
estos fueron letales.
Wilker Ángel (bien en defensa) tuvo dos oportunidades que no
pudieron entrar, al escaparse de la marca en lo saques de esquina cabeceaba
libre, algo que habla muy bien de los entrenamientos de la selección porque se
demuestra que se trabajan estas jugadas. También en los tiros libres, prueba de
ellos fue ese último de Otero que sorprendió a todos tocando al Guerra que
esperaba justo frente al área.
Si se siguen cultivando y perfeccionando ese tipo de jugadas
se pueden lograr buenas cosas para la Vinotinto en el futuro.
El encuentro fue muy regular, con un equipo que manejó el
balón (Venezuela) y otro que buscó aprovechar las contras (Jamaica), que al
final se terminó decantando para los venezolanos; que dejaron algunas dudas,
pero dieron un gran paso de cara a lo que vendrá.
Jamaica luchó y no obtuvo premio; un trabajó preciso y
regular de la defensa, la intervención de Dani Hernández y un poco de fortuna
(algo intrínseco del juego) se juntaron al buen trabajo colectivo para
conseguir el triunfo. Ganar es el mayor logro, ahora habrá que luchar para
plasmar mejor el juego. Los avances se están haciendo a la espera se sigan
confirmando, en esta Copa y en el futuro.
meridiano.com.ve
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